Iglesia Adventista del Séptimo Día

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propuestas para celebrar cristianamente la navidad

Propuestas para celebrar cristianamente la navidad

1) Recordar cómo ocurrió realmente la natividad de Jesús, prescindiendo de elementos no bíblicos. Muchos no cristianos, al comprobar que la Navidad ha asimilado numerosas tradiciones míticas, acusan al cristianismo de ser una religión elaborada a partir de influencias de otras religiones. Por culpa del sincretismo de la tradición supuestamente cristiana, creen que lo bíblico tiene el mismo valor que lo mítico. De ahí que sea necesario eliminar los elementos legendarios para salvaguardar lo que la Escritura sí nos transmite.

Por ejemplo, Jesús no nació ni se alojó de bebé en una cueva, como muchas veces se le representa; este espacio, que efectivamente se incorporó a la tradición sobre la Navidad, procede del culto a Mitra. (Curiosamente, la Biblia tampoco dice que Jesús naciera en un establo, sino sólo que acostaron al bebé en un pesebre, según Lucas 2: 7.

Ni dice que hubiera un buey y un asno; estos animales están tomados de la asociación del nacimiento del Salvador con el texto de Isaías 1: 3: «El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene discernimiento». Pero estos elementos populares no incitan a la confusión con mitos paganos).

 

2) Identificar correctamente a los magos de oriente, evitando llamarles “Reyes Magos”. Mantener el rigor bíblico en estos detalles, sin llegar a resultar quisquillosos o impertinentes, contribuirá a que el pueblo adventista, celoso por la verdad revelada, señale a la Biblia como única fuente de autoridad, y advierta sobre la intromisión de elementos paganos en muchas tradiciones tenidas por cristianas (como venimos haciendo tradicionalmente con respecto a otras verdades, como el sábado).

No es infrecuente observar en carteles o fiestas de algunas de nuestras iglesias referencia a los “Reyes Magos”. La idea de que fueran reyes quizá proceda de la asociación (caprichosa) con Isaías 60: 3: «Caminarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu alborada» e Isaías 49: 23: «Reyes serán tus ayos, y sus princesas tus nodrizas; postrados ante ti, rostro a tierra, lamerán el polvo de tus pies». Por supuesto, tampoco podemos saber cuántos eran, a pesar de que llevaran tres regalos.

Las primeras imágenes artísticas, ya del siglo III, muestran a dos o cuatro magos, y se llegaron a representar en números de lo más variado: seis, doce (en prefiguración de los apóstoles y simbolizando las tribus de Israel) y hasta sesenta. Por supuesto, los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, y otros que se les atribuye, también son tardíos, así como su iconografía representando tres edades o tres razas (Baltasar no apareció como negro hasta el siglo XIV), y la fecha de su festividad, 6 de enero, corresponde a una fiesta pagana anterior. Hoy en día se rinde culto idolátrico a sus supuestas reliquias en la catedral católica de Colonia.

 

3) Evitar el consumismo. Más que la fecha solar o el árbol, la auténtica naturaleza pagana de estas fiestas reside en la vorágine materialista y hedonista que todo lo invade: la fuerte presión publicitaria, que para colmo explota interesadamente los valores más entrañables, con el objetivo de que nos prodiguemos en regalos (algunos de ellos “de compromiso”) o nos gastemos cifras escandalosas en alimentos con precios artificialmente inflados, que a su vez inflarán nuestros cuerpos (“total, una vez al año…”); la lotería, retransmitida simultáneamente durante horas por todos los medios de comunicación, asumiendo que todos los españoles estamos deseando hacernos ricos de golpe y sin esfuerzo, y generando esa mezcla ridícula de admiración y envidia hacia los “agraciados”… La Navidad, tal como se celebra hoy, simboliza el triunfo del capitalismo, con su traducción estética en iluminaciones de dudoso gusto, proliferación de adornos producidos en serie, “papá noeles” y “santa clauses” de lo más vulgar y kitsch, y villancicos a ritmo de percusión electrónica expelidos sin cesar por los altavoces de centros comerciales y muchos rincones de las ciudades.

 

4) Promover la solidaridad, aprovechando la sensibilización social en estas fechas, pero tratando de hacer de ella algo continuo a lo largo del año. Recuerdo que un pastor contó en estas fechas una historia “conmovedora”, en la que una familia invitaba a un “sin techo” a comer con ellos por Navidad. Y yo me preguntaba: ¿Y qué hicieron con él tras la cena? ¿Lo volvieron a mandar a las frías calles del invierno? Evitemos la solidaridad transitoria.

 

5) Preparar regalos sobre todo para los más necesitados, como recomienda Ellen White. Es triste ver cómo en muchas iglesias se celebra el “amigo secreto” para la autocomplacencia, cuando quizá no se ha pensado en quienes no tienen amigos secretos, ni siquiera conocidos…

 

6) Aunque podemos servirnos del clima positivo que las fiestas favorecen (el “espíritu de la Navidad”), no concibamos estas fechas como una tregua en las relaciones, como un momento sacro en el calendario litúrgico, que será quebrado tan pronto como tras las fiestas volvamos a las rutinas habituales. Esta tentación también existe con el sábado (con la diferencia de que éste sí es un día sagrado); hay hermanos que no harían ciertas acciones de dudosa moralidad en ese día “tabú”, pero las llevarían a cabo a la puesta de sol, sin que por ello la cualidad moral intrínseca de las mismas haya cambiado…

 

7) Hoy en día casi todas las familias occidentales ven la Nochebuena como una ocasión de encontrarse y cenar juntos. La Navidad se entiende socialmente como una fiesta familiar. Ya que hay cierta sensibilidad hacia lo espiritual o lo ético mayor que el resto del año,puede ser una buena ocasión para que en esa cena o en esas fechas se hable o se reflexione acerca del niño que nació en Belén, y del sentido de ese nacimiento. Se pueden enviar postales o correos electrónicos bien seleccionados, añadiéndoles textos bíblicos que aluden al tema y que hacen pensar sobre él. Es un momento en que la gente no tiene tantos prejuicios para oír hablar de Jesús.

 

8) “Celebrar la Navidad” en cualquier momento del año: resulta muy didáctico, desde el punto de vista teológico, predicar en nuestras iglesias sobre el nacimiento de Jesús en abril, o en julio, recordando que es Navidad. No reservemos los himnos de Natividad para las fechas en que el mundo pone de moda el tema: programémoslos en los cultos de cualquier momento del año. Hay quienes desean “Feliz Navidad” a sus amigos desde febrero hasta noviembre; es un recurso que puede servir para hacer pensar sobre el significado real de que Cristo haya nacido en este mundo, y para hablar sobre la encarnación del hijo de Dios.

 

9) Destacar que la evocación del nacimiento de Jesús es un acto conmemorativo, pero no litúrgico (véase la sección final del artículo).

Fuente: http://yoestoyalapuerta.blogspot.com/2010/12/la-navidad-un-enfoque-biblico-y.html