Iglesia Adventista del Séptimo Día

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la historia adventista en venezuela

Cien años de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Venezuela (1910-2010)

 

 

La historia de la Iglesia Adventista en Venezuela

Nuestro Génesis

 

La historia de cómo entró el mensaje adventista a Venezuela esconde aventuras, sueños e historias de perseverancia realmente únicas. La majestuosidad de La Gran Sabana, un lugar al sur de Venezuela que ha servido de inspiración para películas y textos de ciencia ficción, fue testigo de cómo los habitantes originarios de esa región fueron tocados por Dios para recibir y asimilar en su pueblo, las palabras y melodías de vida eterna.  Por su deseo y perseverancia se inició al sur del país una obra evangelística que ya es centenaria.

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Entre los años 1839 -1840 en la gran Sábana, al sur de Venezuela, dos tribus indígenas: Arecuna y Pururuare, se disputaban la ocupación de las tierras y la amenaza de guerra era inminente. Un Cacique llamado Saimán de una tribu ajena al conflicto, intentó servir como mediador, pero el asunto llegó a niveles incontrolables y fue entonces cuando  Saimán decide irse con toda su tribu del lugar y establecerse en Guyana por consecuencia del inicio de la guerra entre estas dos tribus. Al morir Saimán, su hijo Seremada también conocido como Jeremías, asume el mando de la tribu.

En 1889 Seremada decide regresar a Venezuela pero esta vez se establece al pie del monte Roraima. Se piensa que por estos años entre 1880 a 1900 Seremada tuvo contacto con la iglesia Adventista del Séptimo Día de Guyana, esto por el conocimiento que tenía de algunos himnos protestantes que para la época ya formaban parte del himnario Adventista, entre ellos “Hay un mundo feliz mas allá”.

En 1880, Apiu,otro cacique de la zona, comenzó a recibir una serie de visiones que marcarían e iniciarían la historia del adventismo en La Gran Sabana. Cuentan los ancianos que el cacique Apiu pronunciaba la palabra “Auka” tres veces al momento de caer en visión, por esta razón cambiaron su nombre a “Auka” que significa “Gloria”. En cada visión él veía un ángel que le instruía en muchas cosas, entre ellas: que todos los hombres debían dejar la poligamia y estar con una sola mujer, debían ser aseados y limpiar sus casas y alrededores, le habló también acerca de cómo deberían guardar el día sábado. Cuentan los indios que una de las cosas que el ángel le dijo  a Apiu es que vendría un hombre blanco con un libro negro que les enseñaría mas sobre todas esas cosas y que ellos deberían esperarlo.

A pesar de que el cacique Auka y el cacique Seremada no eran familia, se sabe que eran contemporáneos, por lo que se piensa que estas visiones fueron referidas de alguna manera al cacique Seremada.

Fue así como ambas tribus comienzas a practicar con el poco conocimiento y experiencia que habían tenido, un estilo de vida religioso que llamó la atención de algunos mineros locales en busca de oro. Los mismos mineros se acercaron a los dirigentes de la Iglesia Adventista en Guyana para informarles de la existencia de unas tribus al sur de Venezuela que tenían prácticas y costumbres muy parecidas a las doctrinas adventistas.

Este descubrimiento despertó el interés de la misión adventista en Guyana y es cuando el pastor Ovidio .E. Devis,  presidente de la Misión de Guyana Inglesa decide viajar  a Venezuela a encontrarse con esta tribu guardadora del Sábado.

Inicia su viaje en el año 1910, abriéndose camino por la espesa selva de la sabana venezolana, sin embargo por consecuencia de una fiebre que lo debilitó grandemente, el pastor Davis tiene que clausurar su viaje y devolverse otra vez a Guyana. Luego de recuperarse, el Pr. Davis organiza otra excursión hacia el Roraima, y esta vez lo acompañan un intérprete nativo y algunos originarios del lugar que llevan la carga del viaje. A pesar de que contrajo la fiebre de nuevo esta vez llega a su objetivo.

Cuando el Cacique Seremada vio al pastor Devis llegar se dio cuenta inmediatamente que su aspecto era semejante al aspecto de la visión que había referido el Cacique Auka: “un hombre blanco con un libro llegaría a la aldea. Inmediatamente todos al llamado del Cacique se reunieron e iniciaron un canto en pemón que resultó ser el himno “Hay un mundo Feliz mas alla” que años atrás había aprendido Seremada en su viaje a Guyana. El pastor Davis quedó en silencio escuchando como los indios danzaban en círculo mientras cantaban en su dialecto y a su ritmo este himno.

A pesar de que la fiebre aumentaba y la condición de la enfermedad empeoraba, el Pr. Davis enseñaba desde una hamaca a los indios que con mucha atención escuchaban cada una de sus palabras, también les enseño himnos a través de los cuales les enseñaba doctrinas, uno de ellos fue: “Siervos de Dios la Trompeta tocad”.

Seis meses después de su llegada una tarde el pastor Davis pidió al Cacique Seremada que reuniera su tribu, canto y oro con ellos, les solicito en el Señor que se mantuvieran fieles a Dios y a las enseñanzas que él les había entregado y después de un rato murió.

Cuenta la historia que muy tristes el Cacique Seremada junto a otros indios envolvieron al pastor en frazadas y lo llevaron al pie del monte Roraima donde lo enterraron.